
"Qué coraje tiene una cosa tan pequeña para excavar directo hacia el oscuro túnel y luego atacar al zorro allí adentro. (Hay que pensar en lo que supone enfrentarse a algo así en un tubo estrecho.) Sube a la superficie a por un poco de aire y otra vez abajo. No sería la primera vez que un perro enano como éste estrangula al zorro en su propio cubil. [Abajo] Un terrier Jack Russell dominando a un zorro." Rien Poortvliet

Hay quienes piensan que la naturaleza es un oasis paradisíaco de paz y armonía, y hablan de los demás animales como seres mucho mejores que los humanos. La verdad es que la violencia en el mundo natural es algo generalizado, las especies se enfrentan y maltratan entre sí continuamente y los Tyrannopithecus normales y corrientes no son más que una mortífera versión hiperdesarrollada de esa tendencia. No hay más que ver a qué tipo de animales tienen como mascotas de manera más habitual: A aquellos que les ayudan a cazar; los gatos a los ratones y los perros a un montón de víctimas diferentes, incluidos otros cánidos que son primos suyos. Podríamos considerar a los perros como sicarios sin conciencia al servicio fiel del amo, como la guardia pretoriana al servicio del emperador romano. Muerden a quien haga falta con tal de mantener su posición de privilegio al lado del asesino supremo. Su nobleza y lealtad son tan ejemplares como su brutalidad inconsciente. Hay que decir que Rien Poortvliet estuvo durante muchos años obsesionado por la caza; su amor hacia los animales -evidente en su obra, en la cual son los protagonistas absolutos- era tan inmenso como su afición a descerrajarles tiros a traición a muchos de ellos. Los seres humanos son completamente contradictorios; su apabullante hipocresía nunca dejará de sorprendernos. El Museo de la Luna